No recuerdo como llegamos hasta allí, ni si era sábado o domingo.
Solo me acuerdo de la luz dorada y suave que lo inundaba todo.
Y de nuestras pisadas en la hierba.
Del aroma a jazmín que se nos quedó enredado en el pelo y del agua clara y fría de la fuente.
Se nos derramó la primavera en la piel.
Y volaron mariposas.
Y volaron mariposas.
Texto y fotos: Yasmina Pérez
Brihuega, abril 2017