Levanto la vista y veo la maleta. Sigue ahí, abierta, junto a la puerta de mi habitación, aún con las cosas dentro. Cada vez que voy a deshacerla algo me frena, encuentro alguna excusa y no lo hago.
He pegado con cinta adhesiva una polaroid a la pared que está detrás de la mesa de noche. Es la última foto que saqué en La Habana cuando nos sorprendió un aguacero y tuvimos que refugiarnos en una iglesia. Nunca antes vi llover así. Los relámpagos encendían el cielo. El ruido de los coches quedó silenciado por el estruendo del agua.
La Habana es música que te resuena dentro, con sus calles viejas y sus edificios derruidos. Con sus charcos de agua maloliente, su bullicio y su caos sorprendentemente organizado. La Habana es la bondad infinita de sus habitantes. Sus sonrisas. La Habana es rumba de día y de noche.
Nos hospedamos en la casa con la terraza más bonita de la Habana Vieja en la Calle Merced, entre Habana y Compostela. Recuerdo bien el tiempo que pasamos allí. Los atardeceres, la luz especial que lo cubría todo. La ceniza mojada en los ceniceros.
Las recuerdo a ellas, sus melenas al viento, los daiquirís, la complicidad. Recuerdo los desayunos en El Cubanito, el jugo de mango, los recuerdo a ellos. Me acuerdo de La Playa del Este y como llegamos hasta allí, en la parte trasera de la furgoneta de unos desconocidos, cantando por todo el camino. Recuerdo cuando llegamos a Playa Larga y Doña Margarita nos preparó la mejor langosta que he probado. Recuerdo el baño en el mar antes de cenar mientras llovía. Me acuerdo de Trinidad y sus amaneceres únicos en las mecedoras de la azotea. El paseo a caballo hasta llegar a la cascada. Los bailes en el Malecón. Recuerdo el recorrido de vuelta a casa la última noche contigo. Cuando caminábamos por la avenida que daba al Aeropuerto Militar y me cantaste "Arenas de Soledad". Cuánto aguanta un corazón.
En En Cuba aprendí que la libertad es valiosa para quien la tiene. Que lo sencillo y lo extraordinario van de la mano. Que los ojos de un desconocido pueden encender las llamas. Que cuando estás en la selva brota tu instinto animal y sientes una fuerza interior imparable. Que me fascina esa sensación. Que deseo que las ciudades se conviertan en selvas.
Uno, dos, tres.
Que allí aprendí a bailar.
Cuatro, cinco, seis.
Que en la amistad de verdad vive el silencio. Que no hace falta hablar. Que recorrer más de mil quinientos kilómetros en coche con ellas fue hermoso. Que mientras yo conducía, una me cubría los brazos para protegerme del sol, otra ponía mi canción favorita y la otra insistía en parar para comprarme un refresco de limón. Que la generosidad ensancha el alma de quien la experimenta.
Que la felicidad entera puede sorprenderte una tarde cualquiera sentada en el suelo de una plaza mientras una banda canta una canción de Los Panchos. Que mi amiga Miriam lo inmortalizó y se lo agradecí en silencio. Que cuando te expones a tanta belleza algo se quiebra en tu interior. Es involuntario pero así es. Que viajar a Cuba es viajar en el tiempo. Que todos sus rincones son un refugio en sí mismos. Que los mapas de papel te llevan al fin del mundo. Que ahora hay un antes y un después. Que todo fue perfecto.
Sé que una parte de mí se quedó allí o una parte de aquello se vino conmigo. No sé muy bien como describirlo. El caso es que no hay día que pase en que no piense en ese viaje o que Cuba no salga en alguna conversación.
Y ahí sigue la maleta, intacta, pidiéndome a gritos que la cierre y vuelva.
Texto y fotos: Yasmina Pérez
Cuba, agosto 2017
Yo estuve en el mes de Abril y todavía no he regresado ��
ResponderEliminarPreciosas fotos y texto, como siempre ❤️
¡Gracias Violeta! Un abrazo
Eliminar¡Qué especial y maravilloso viajar a Cuba a través de tu mirada, tu corazón y tus entrañas! Esa belleza y magia que viste en Cuba la tienes dentro de ti. un beso enorme Yasmi y Gracias por compartir(te).
ResponderEliminarGracias linda. ¡Un beso fuerte!
EliminarQué preciosidad de post!!!!
ResponderEliminar¡Gracias Noe! Besos
EliminarQué bonito post. Y el viaje es un tesoro que guardarán para siempre. Besos guapa.
ResponderEliminarAsí es :) Un besote Conchy
EliminarPrima yo estuve en Cuba en el año 96 y me ha encantado leer esto.. que recuerdos!!!
ResponderEliminarBesos!!!!
Quién te vería allí, el Rey del Malecón!jaja un beso grande primo. Ganas de verte
Eliminarno has vuelto ni quieres volver...
ResponderEliminarporque viajaste al corazon de la tierra...al corazon de las cosas... de la humanidad...al corazon de las emociones... de la humildad...al de la verdad...al corazon de la libertad...al corazon del TODO , que es el TUYO propio...
llegaste a TU CENTRO, en donde solo existe armonia y paz... TU CORAZON...el lugar mas seguro del universo....y de donde sabes que jamas debes volver...
y dices, de donde nunca se vuelve....
un morir y REnacer
porque estas viva aqui ahora
con la verdad
en la levedad y grandiosidad de tu SER
Te amo y te felicito hijita mia, con reconocerte en tu centro y regalarlo al viento...
Te amo con ese impetu tuyo de siempre que te impulsa a encontrar lo iniciatico tan lejos y a la vez te trae a ti eternamente.